Casta parasitaria • Castaparasitaria: 03/01/2009 - 04/01/2009

RAJOY COMPROMETE SU PRIMERA ENTREVISTA COMO PRESIDENTE
CON LA PERIODISTA MAGDALENA DEL AMO:
“ Cuando sea Presidente de Gobierno tendrá usted la primera entrevista como Presidente del Gobierno. ”
(16 de junio de 2005. Véase minuto 16:20 y ss. de la entrevista).

Páginas del Blog

25 de marzo de 2009

Ante el Ministerio de la Muerte (I)

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-Por Roberto Malestar

Creado, impuesto y fomentado por esa rara avis —entrevero insufrible de Carlos II el Hechizado y Fernando VII el Felón— que gobierna desde La Moncloa contra su propio pueblo, el Ministerio denominado de “Igualdad” constituye una gravísima y reaccionaria ofensa hacia media España.

Esto por lo pronto y cuando menos: no hay peor reaccionario que aquél que, pusilánime y criminalmente, atenta —reacciona, pues— contra el derecho natural que toda persona tiene a su propia plenitud desde el instante originario en que fue concebida.

Una ofensa que sumada a otras muchas sólo sirve para ahondar, todavía más, el difícilmente salvable socavón divisorio entre unos y otros españoles, donde, por personalísimo interés del irresponsable profundo que nos gobierna, se acumulan y crecen las aguas fétidas de nuestros paños más sucios.

Cierto es que, más tarde o más temprano, este irrepetible y, por lo mismo, inolvidable creador de acantilados sociales y proletarizador in crescendo de las clases medias (repugnante invento franquista que tanto le disgusta), Él, el hechizado Zapatero, se irá, pero no por voluntad propia, sino porque, ya con el agua al cuello, los masoquistas que aún le soportan y sostienen acabarán retirándole el gobernalle de la nación, sopena de encallarla definitivamente, sin remedio, en las playas del caos y la humanísima anarquía —que poco a poco, paulatinamente, asciende entre los ortos de los días.

El más que equívoco, perverso y siniestro Ministerio de “Igualdad” constituye, en rigor, un nido institucionalizado de desigualdades vergonzantes. No es que haya llegado a esto después de transcurrido un año de su infausta e indolente creación, sino que, desde ésta, tal fue ya, justa e instrumentalmente, su inconfesable misión programática: desde las alturas gubernamentales, desplomar cargas de profundidad contra el más mínimo atisbo existencial de oposición, especialmente cuanto más incursa ésta en una navegación de singladuras favorables.

También, liberar señuelos; siempre a tenor de las desviaciones sociales reveladas tanto por los demoscópicos radares de la Moncloa como por los paramonclovitas pulsómetros de las radio-cadenas del nuevo Movimiento.
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23 de marzo de 2009

Don Emilio está triste... ¿Qué tendrá don Emilio?

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-Por Roberto Malestar

¡Miradlo!: abatido por la melancolía, y melancólico por tan vano esfuerzo ante un horizonte ausente de Poder. Como reseca estantigua, remolcado por su propia sombra y, sin posible lifting existencial, profundamente triste deambula don Emilio: Pérez Touriño. Maldito mes, obcecadamente encontrado con sus heterodoxas nupcias políticas.

Dinos, Rubén, grandioso del Ocaso y el Destino, ¿qué padece él, don Emilio? Con sonatina DE ÚLTIMA HORA, pitonisamente, escupe el vate en teletipo:
Don Emilio está triste… ¿Qué tendrá don Emilio?
Su “Galiza” se esfuma en un mal de delirio,
que le aja la risa , que le abrevia el color.
Don Emilio está ausente por sus sillas de oro,
está mudo aquel iPod de su Audi sonoro,
y en su ocaso, Pepiño, le retira el amor. 
Ya no quiere la Xunta, ni el requiebro del BLOQUE,
ni el abrazo encantado, ni el bufón del estoque,
ni encomios unánimes en bancada de azur.
Y a los siete nenúfares de la Villa PSOE,
de futuros inciertos, el dolor les corroe,
mientras Don se broncea en las playas del Sur. 
¿Piensa, acaso, en sus mixturas de heteróclita cocina,
o en la desdicha política de su jornada argentina,
que de sus ojos borraron la delicia y la luz?
¿O en la honradez de cien años de capullos flagrantes,
o en aquel suplicante de votos tan solo días antes:
el Gran ZP Mesetario, amo y señor de su testuz? 
—«Calla, calla, Touriño», dice el Anxo madrina
Quintana, «que, a por los boinas, hacia acá se encamina
quien desprecia los yates y aún repudia el “Azor”:
el porvenir caballero que te “beirea” sin verte,
¡Xosé Manuel Beiras!, vencedor de Malasuerte,
que resucitará tu ánimo con su inmarcesible fervor.»
Pronto se cansarían sus coterráneos, conservadores desde el Séptimo Día, de tanta promiscuidad, de tanto indecente amorío con el ATS Quintana (“o pinchacús”), el príncipe de los “xoubas”: juramentados prolusos cuya máxima aportación de modernidad a Galicia viene consisitiendo en un empeño valetudinario por rebautizarla como “Galiza”, contra todo uso y costumbre de los propios dueños de su tierra, lo mismo que, anticientíficamente, contra el acervo documental de los vestigia filológicos. (“Gallaecia” y “Gallicia” son, en efecto, las formas latinas documentadas, siendo en cambio “Galiza” «una forma del gallego antiguo que conserva el portugués moderno», tal como ha consignado, con meridiana claridad, el filólogo Benigno Fernández Salgado.)
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10 de marzo de 2009

Dos anxos e dos mortos: en la muerte de Anxo Rei Ballesteros

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-Por Roberto Malestar

Eterno e inseparable Ángel:
A cuantos Dios —que en divina jornada creó las rías gallegas con sus propios dedos— privó de la voluptuosidad de la lengua das bruxas e os devanceiros no tienen por qué saber que justamente eso: Ángel, en la lengua de Alonso Quijano, es lo que tu nombre, Anxo, significa en la de Rosalía.

Hace apenas unas horas, el vino se me volvió sangre. La invitación prometía ser grata, pero me enteré que te fuiste el pasado octubre, como en un tango amargo, para nunca más volver.

Sé, con todo, que conociéndome, cuando volvamos a vernos, no me lo reprocharás. Los que desfilamos a contrapié del globo terráqueo y como a remolque de la horas siempre nos enteramos a destiempo, no sólo del oro de los BOES y los DOGAS, sino, mucho peor, de los adioses irrevocables.

Me hubiese gustado, inesquecible amigo, saber de ésta tu última pelea, para apadrinarte en tu duelo postrero o, cuando menos, ser testigo de tu resuelta dialéctica legionaria ante el esqueleto fatal: —«Por menos se han batido dos hombre en duelo», solías decir, cuando la resaca de la vida arrastraba hasta nuestras entonces jóvenes costas maderos náufragos de alguna injusticia. Mas tu último duelo no pudo ser limpio.

En vez de fajarse contigo, el cobarde esqueleto te acuchilló por la espalda. No tuvo lo que debería haber tenido: el suficiente valor para enfrontar los ojos de un Caballero Legionario. Esos ojos de inquebrantable carballo galaico, que sin embargo, ahora, la memoria de César Antonio Molina viene a pintarte de azul, desorientado, acaso, por un circunstancial alzheimer cortesano.

¿Recuerdas, cuando más jóvenes? Disfrutábamos —¡yo más que tú!— de aquellas historias en gleba de minaretes y almuecines, inverosímiles para quien no te conociese, donde fuiste el protagonista de tu primera Legión; no la otra: la de la lucidez intelectual, en la que ya desfilarías para siempre con el verbo inexhausto que no te cabía en el pecho. Eran tiempos sin prisas ante un horizonte ilimitado.
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8 de marzo de 2009

Costumbres (terrorismo y pederastia)

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-Por Roberto Malestar

Más allá de los estrados, el debate social sobre las costumbres atentatorias —tanto más cuanto más socialmente antipersonales— debe tener su forzoso lugar fuera de los límites del específico ámbito de la Justicia; muy especialmente cuando la reflexión afecta a las propias actuaciones judiciales y al propio cuerpo legislativo que las sustenta.

A ese debate pertenecen, precisamente, interrogaciones del siguiente tenor: ¿es buena o mala costumbre la del terrorista, que elige asesinar para satisfacer determinados fines políticos? Como también: ¿es buena o mala costumbre la del pederasta, que elige atentar contra la infancia para satisfacción de sus inconfesables fines sexuales? El aspecto cualitativo manifiesto en ambas cuestiones resulta evidente y nos obliga a reflexionar sobre la calidad social de determinadas costumbres, en este caso, consistentes en la comisión de la pederastia y el crimen. A reflexionar, por ejemplo, sobre los peligros derivados de confundir la razón con los fines; peligros cuya máxima efervescencia tiene lugar cuando, patológicamente, los fines se religan al crimen fundado en posiciones ideo-ilógicas.

Es que, en un ámbito de efectiva y recíproca libertad personal, a los fines políticos no sirven cualesquiera medios, tales como la amenaza, la extorsión, el secuestro o el asesinato. Medios, todos ellos, que coadyuvan, de manera contradictoria, a la más irracional eliminación, progresiva o irrevocable, de la razón misma.

Pero junto a tales preguntas, que interrogan sobre la bondad o maldad de aquellas costumbres, surgen a la vez otras cuyo primordial ingrediente es de carácter cuantitativo. Son preguntas lanzadas sobre nosotros como con dardo paralizador: “¿qué hacer con cien mil ciudadanos legalmente declarados terroristas, cómplices o secuaces de estos? ¿Encarcelarlos a todos?”
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5 de marzo de 2009

El primer debate de la TVGA “en funciones”

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-Por Roberto Malestar

Todos lo sabemos, ¿verdad?: que los lunes siguen a los domingos y que las semanas comienzan con los lunes. Pues, según parece, para los gallegos no siempre sucede así, y ello, quizá, porque cuando los tópicos, generalmente válidos en otros territorios de la nación, suben las escaleras previstas por los politólogos y demás arúspices de nuesta época, en Galicia , inequívocamente descienden; y por supuesto, viceversa. Es que, plagada de corredoiras, el alma gallega desfila siempre al revés. Un alma imprevisible sobre la que ni el mismísimo Spengler daría una en el clavo.

A muchos gallegos, el lunes les llegó el martes; es decir: para ellos, el pasado lunes, rigurosamente hablando, nunca llegó. Por ello, y nótese bien lo que digo, estuve a punto de titular estas líneas: «El lunes que políticamente jamás existió.»

Confirmados los resultados del “1-M” —el domingo que, en lo político, nunca llegó a ser lunes—, a la TVGA (televisión de Galicia; conocida, también, por TVGaita) sólo le faltó despedirse con un discurso melancólico del cesado badulaque Antón Losada (el de la SER, «59 segundos», «El programa de Ana Rosa», la TVGA y otros suculentos “foros de debate intelectual”; el descendiente de los suevos que, con los… suyos propios, para desorientar al personal, en el cuadro de retribuciones de la Vicepresidencia del BNG, hizo constar su nombre en ESPANHOL, como Antonio Losada Trabada, cuando aún no hace tanto, siendo la mano “derecha” de Anxo Quintana, se embaulaba diez millones de pesetas anuales por sus servicios a la “GALIZA” del BNG; además, claro, de las colectas practicadas por el exseminarista en los citados y pingües foros, sin olvidar su puesto de profesor titular en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago, al que, sin duda, tanto tiempo de investigación y estudio le dedica en «El programa de Ana Rosa»).

Despedirse, digo, con un discurso, seguido de carta de ajuste y cierre de emisión, de aquellos del régimen en el que Juan Luis Cebrián mamó sus máximas destrezas.
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3 de marzo de 2009

¿Jenízaros en la España del siglo XXI? (Para "la memoria histórica").

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-Por Roberto Malestar

(Véase: «Respondiendo a cinco párrafos en torno a mis jenízaros»

EN TORNO A LA HISTORIA DICTADA POR DECRETO

Si todos sabemos que errar es de humanos —lo mismo que de sabios reconocerlo— no es menos cierto que este saber, por lo general, resulta cosa sabida y como de establecida tópica: en efecto, “algo que se sabe”, parejamente a como podemos saber, por ejemplo, que la fábrica de féretros más productiva del Estado es la carretera. Este como saber sobre un determinado peligro cuasimortal, o efectivamente mortal, resulta, así, un saber indeterminado, de vagas calidades morales e incapaz, por ello, del menor fruto pedagógico.

En cierto modo, se trata de un paradoxal saber ignorante; no de un saber socrático —sabedor, en cambio, de lo mucho que ignora—, o protocientífico —insatisfecho de cuanto sabe—, sino de un saber sumido en la inconsciencia; un saber en el que lo que se sabe, acaso por sabido demasiadas veces, no se sabe bien, se sabe deficientemente o, en rigor, apenas logra saberse.

Cuando erramos ignoramos, y alguien dijo que en el error no es posible vivir. Pero también se ha dicho, con antelación en el tiempo y sólo aparente contradicción, que, por otra parte, sin él —sin el erróneo conjunto de los falsos juicios— tampoco la vida resulta vividera, pues que la necesidad del error, constitutiva de la necesidad misma de superar lo actual, inexorablemente se impone, sobre todo, en los ámbitos del apriori científico. Convendría por ello una máxima vigilia, una mayor consciencia sobre el error conocido, precisamente para, aún sin conocerlo del todo, conocerlo mejor, evitando de esta suerte su definitivo confinamiento en el reino de las realidades muertas. Se entiende de intentarlo: por el olvido del error comienza su fatal resurrección.

No se puede vivir en el error, en efecto, pero, tampoco, se puede prescindir de él; sobre todo, cuando emergiendo del recíproco pasado se encara a nosotros con la magnitud colectiva de la Guerra Civil Española: un error necesario —como todo lo irrevocablemente acontecido—, cuyo espesor fáctico sobrepasa con mucho los límites del consabido y convencional trienio.
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