Casta parasitaria • Castaparasitaria: 10/01/2011 - 11/01/2011

RAJOY COMPROMETE SU PRIMERA ENTREVISTA COMO PRESIDENTE
CON LA PERIODISTA MAGDALENA DEL AMO:
“ Cuando sea Presidente de Gobierno tendrá usted la primera entrevista como Presidente del Gobierno. ”
(16 de junio de 2005. Véase minuto 16:20 y ss. de la entrevista).

Páginas del Blog

24 de octubre de 2011

AUDIENCIA EN LA GASOLINERA, último thriller neoconsocialista.

-Por Roberto Malestar

Del Ministro de Fomento por todo el país murmuran las hablillas, unas más altisonantes, otras cabizbajas, la unísona sentencia de que Pepe Blanco lo tiene negro. Es un murmullo viscoso y transversal a cuya epigrafía ya sólo falta el contenido rítmico de una copla, como la de los tiempos de la República en torno a Lerroux y el escándalo del estraperlo; copla en cuartilla verde —recuerdo de mis abuelos— que, semiextraviada, conservo todavía en un caos abisal de libros y papeles del que, aunque sea con escafandra, procuraré rescatar.

Yo no sé si Pepe Blanco lo tiene negro, como en la hablillas del “Caso Campeón” se dice y se comenta. Pero sí sé, en cambio, que el porvenir de su vida pública constituye hoy un dilema de problemática interrogación: ¿negro sobre Blanco o Blanco sobre negro? Como también sé que, al margen del blanco, siempre fue el negro, con su gama de sectarios cromatismos, uno de los colores más obsesivos del rojerío hispano. Así el color negro-Durruti, el color negro-sotana e, incluso, el color negro-gótico (ZP black-family) que en USA puede lograr su intensidad máxima si se le acierta a combinar paradoxalmente con una pareja de negros de la Casa Blanca, hasta alcanzar el tono de la Alianza de Civilizaciones más perfecto y representativo del negro color de la crisis. Lo mismo que el color negro-Lerroux, para la sapiencia de los doctores y abogados del Frente Popular, el color característico del período centro-derechista de la Segunda República, “el bienio negro”, conocido así por obra y gracia de los cuelgarrótulos propagandísticos de aquella secta historiográfica. Claro que, si se mira bien, no tan negro como el cuajarón de sanguinolencias in crescendo que de antaño ennegrece la bandera —centenaria hasta las arcadas— del Partido Socialista Obrero Español; un partido cuyo devenir político describe el éxodo que, pasando por la socialdemocracia frustrada, arranca desde su propio Mar Rojo de acción directa y pistolerismos hasta alcanzar el presente y sórdido marasmo, quién sabe si ya irremisiblemente encallado y arrumbado para la eternidad política en la cianótica desembocadura del neoconsocialismo.

Ahora bien, si cierto es que por todo el país murmuran las hablillas, en honor a la verdad, hay que precisar que si así lo hacen es con la excepción de Pepunto, quizá por ser éste, más que un Pepunto y aparte, un Pepunto final, pues no menos cierto es que esta barbuda Raquel Meller del PSOE de las JONS, con la basculante prestidigitación de sus yuxtaposiciones manuales, hoy representa como nadie la suprema flor de loto del estanque nacional de las mentiras. No sólo, en efecto, no murmura Pepunto de Pepe Blanco sino que, prodigiosamente, ha convertido las murmuraciones en honra filial de los deshonrados padres del murmurado: «Tenéis un hijo honesto [José Blanco], que lo único que hace es trabajar por España y Galicia las 24 horas del día.» Es que Pepunto es la taumaturgia heróica y varonil, la alquimia a calva descubierta frente a los implantes insalubres de Salobre; la esperanza socialista de los calvos que no tienen un pelo de tonto y de los tontos reimplantados que los tienen todos. ¡Yo no soy tonto!: fue la única verdad no sucedánea que Pepunto liberó en su siniestra vida; en el Congreso de la Comedia, dónde si no: el gran circo de la mamandurria y de los codiciosos Pinitos del Oro. Sus restantes liberaciones fueron siempre faroles de tahúr; o como el insalubre calvo de Salobre —el pojtulante a la Guardia de Franco que preside aquel Congreso—, Pepe Bono, ha dicho: un engaño para perros. Perros que sin ser peperos también comienzan con “Pe”, igual que Pepe Blanco, Pepunto o el mismo dicente, Pepe Bono: «Os ha dicho Blanco que Alfredo [Pepunto] era liebre falsa, yo os digo que es liebre eléctrica. Es la liebre que engaña a los perros, que engaña a las otras liebres, finalmente para que corran.»
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5 de octubre de 2011

20-N: Defunción de Franco y el PSOE de las JONS.

-Por Roberto Malestar

VOX CLAMANTIS IN DESERTO
Que el Partido Socialista Obrero Español está en sus últimas exhalaciones es algo que vengo sosteniendo, nada literariamente por cierto, desde hace algún tiempo. Sin ir más lejos, aquí mismo, en Periodista Digital, publiqué mi «Homilía funeral sobre el socialismo español». Lo que pienso y sostengo es que o el Partido Socialista Obrero Español renueva verdaderamente su oxígeno o, más pronto que tarde, se autoextinguirá ahogado por la disnea social que padece como consecuencia de la actual congregación de señoritos neoconsocialistas que lo integra. Pero en un partido de Dumbos convertido en manada, donde todos en fatal totum revolutum aplauden mudos con las orejas sobre la pista circense de sus despropósitos, muy difícil veo yo, por no decir imposible, que descuelle la voz estentórea y ejemplar, en los momentos agónicos heroica, del socialista necesario que, estrellando su puño contra la mesa y cogiendo por las solapas al partido, le grite a la cara: ¡Basta ya! ¡Hasta aquí hemos llegado!

A ninguna hacienda humana le es permitido mantenerse sin circunstancia propicia, pero tampoco cuando la propia acción de mantenimiento consiste en el sistemático des-hacer de las des-faciendas. De aquí la importancia de advertir a cuantos rehuyen “la derecha” que, mientras la socialdemocracia española no se libere del féretro neoconsocialista del PSOE de las JONS, tendrán derecha para rato, sencillamente, por ser socialmente intolerable la coexistencia de dos derechas en un Estado occidental del siglo XXI. Dos derechas, en efecto: una semirenqueante; la otra, sobre la que ahora trato, la peor con creces, partitocráticamente abocada a su extinción.

¡ATENCIÓN AL DISCO ROJO!
Los síntomas del ahogo resultan tan evidentes que el actual Presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, frunciendo su especial cara de piedra bajo implante rococó, comienza a hacerle “ajcos” al porvenir público de ese partido, como la abuela de Saura con más de cien años, que es el suyo propio. Y bien se entiende, pues no creo que, ni genérico ni de marca, se encuentre en ninguna botica española el fármaco suficiente para la enfermísima enfermedad de tan centenario enfermo. Si acaso una purga, aunque no la taumatúrgica purga de Benito, porque Benito ni está ni se le espera. Claro que, siendo España tan heteróclita, siempre habrá extemporáneamente algún ingenuo rosaflor que, como los de la epicena Unión de Centro Democrático, todavía le espere sentado a la puerta de la casa del cadáver.

Mas al partido de los avisos subrepticios —experto en discos golpistas y teléfonos móviles pre electorales— esta vez le ha llegado la sazón de los extremas alarmas y los extremos cuidados: ¡Atención al disco rojo! Es lo que se leía, el 27 de octubre de 1934, en El Socialista, el periódico golpista del PSOE: «Las nubes van cargadas camino de octubre: repetimos lo que dijimos hace unos meses: ¡Atención al disco rojo! El mes próximo puede ser nuestro octubre. Nos aguardan días de prueba, jornadas duras. La responsabilidad del proletariado español y sus cabezas directoras es enorme. Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado. Y NUESTRA POLÍTICA INTERNACIONAL. Y NUESTROS PLANES DE SOCIALIZACIÓN.»
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1 de octubre de 2011

Epístola a Dani, el agnóstico de la laicidad (II)

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Por Roberto Malestar

Véase «Epístola a Dani, el agnóstico de la laicidad (I).»

DELIRANDO (ENTRE PASOS Y CATEDRALES)
Siento tener que decirle por otra parte, Dani, que su prepotencia sólo es superada por su manifiesta imbecilidad. Porque lo vergonzoso no es lo que, con razonable tino, ha dejado escrito Magdalena del Amo en su artículo. Si se fija bien, lo verdaderamente vergonzoso es el conjunto de imbecilidades espumadas por usted desde el cráter de una boca frenopática. He dicho imbecilidades, ya que, en cuanto ideas, no hay báculo racional que las sostenga. Como ya usted sabrá, nuestro vocablo “imbécil” procede precisamente del latino “imbecillus” (ineficaz y estéril), derivado a su vez de “in-baculum”: lo que por carecer de apoyo apenas se sostiene. No por otra razón, por ser un delirante en su propia estulticia, también llamaba el romano delirus y stultus al imbécil. Por el contrario, el bacullum es justamente lo que, para su pastoreo ecuménico, lleva el Papa. Nada de baladí hay en el asunto si se considera que la encrucijada “del llevar y el no llevar”, “del tener y el no tener”, es el lugar donde florece la moral del resentimiento.

Aunque ya no se trata tanto de la vergüenza provocada por sus imbecilidades como de la vergüenza ajena que producen sus extemporáneas intervenciones. Extemporáneas e insultantes. Pues ya me dirá usted, si no, a cuento de qué viene expresarse con tan groseras maneras ante quienes, por decirlo así, no comulgan con “su ideario”:

—«Sra. Del Amo, manipula ud. la realidad de manera vergonzosa.»

—“Kalikatres, realiza ud. un batiburrillo donde mete todo sin ton y son y demuestra una profunda confusión mental.”

—«Kalikatres, ya veo que ud. no quiere razonar y sólo dice simplezas.»

—«En Madrid también hay mucha gente que ni espera al Papa ni le interesa lo más mínimo lo que dice.»

—[El Papa] «sólo es el jefe de una secta ultrarreaccionaria y anacrónica donde abundan los escándalos de pedofilia y que se dedica a dar lecciones a los demás.»

Usted sí que pertenece a una secta ultrarreaccionaria y anacrónica. Basta con leerle para percatarse de ello inmediatamente. Veamos:

«En Madrid también hay mucha gente que ni espera al Papa ni le interesa lo más mínimo lo que dice.» Bien, ¿y qué? ¡Ah, ya le entiendo!: quiere decirnos que, en vez de esperar al Papa, ha preferido usted irse a la playa, y por ello nos escribe, para comunicárnoslo. ¿Le parece a usted pertinente que todos los que, en vez de esperar al Papa por tener otras preferencias, actúen como lo hace usted: escupiéndoselo en la cara a cuantos han preferido esperarle? Si en ninguna parte del citado artículo se conmina a nadie a esperar al Papa, ¿quiere usted decirme a qué responde la vulgaridad de sus impertinencias? Porque ya sólo faltaba que pretendiese que a este orín suyo completamente fuera de tiesto se le tenga por argumento.

Y puesto que emplea su esfuerzo y tiempo para intervenir ante los demás con los propósitos que le mueven, tampoco le extrañe que los demás, sin mayores esfuerzos, entiendan que a usted sí le interesaba la visita del Papa, a quien sin duda supo esperar como agua de agosto, tácita y pacientemente, con la moral propia del cazador de moscas hemipléjico que, después de no haber atrapado la primera, se desquita exudando un ramillete febril de estolideces. Entiéndame bien y no se ofenda, que siendo el tonto necesario, nada tengo yo contra su especie. De hecho, sin despreciarlo ni olvidarse de él, acordó Dios, nuestro Señor, realojárnoslo sobre la tierra. De manera que no sólo a la divina gracia se debe el nacional-catolicismo, como usted mismo advierte, sino también, desde el orto de los tiempos, el tonto con su tontidad. Más si cabe, el tonto sin remedio, el tonto redomado, el tonto en fin como usted: tonto para su desgracia por la gracia de Dios. Y ya mencionado Éste, decía precisamente el autor de «¡Dios a la vista!» —don José Ortega y Gasset— que el tonto también es necesario «y sin duda es preciso aprovecharlo, pero que no estorbe, como en los circos.»
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