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-Por Roberto Malestar
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-Por Roberto Malestar
Bien lo dice el proverbio: que mientras las palabras se las lleva el viento, los escritos permanecen —verba volant, scripta manent. El diario El País ha publicado el que, probablemente, esté llamado a ser uno de sus inolvidables escritos: el editorial «Berlusconi al desnundo».
Vástago mixtíforo, empero, del sensacionalismo, la beatería oportunista y la autopenitencia del cilicio masturbatorio ante lo obsceno, el título induce a error: cualquier lector avezado, después de leer el editorial con una mínima atención, percibirá estremecido cómo el estruendo de la bofetada que con él se pretende dar al primer ministro de Italia resuena, en cambio, sobre la dura cara del primer ministro de España: el de la ceja, el Hechizado.
En realidad, con el fondo hipócritamente puritano de un supuesto carnaval de desvergüenzas, es “Berlusconi” el nombre criptográfico de la máscara de Zapatero; la careta sonriente, si se quiere, tras la cual, muy in modo obliquo, “el diario amigo” muestra al mundanal y globalizado circo la tragicómica y realísima cara de uno de los más perniciosos e insufribles hechizados de la historia de España. Esta España, hoy, fatalmente, víctima propicia de su «deriva autoritaria.»
Sin duda, el editorial fue un rapto de ejemplar puritanismo mormónico. Pero el buque insignia del nuevo Movimiento y el Progreso Moral de las Naciones está hecho de papel impreso con prostibularios anuncios de mancebía y lenocinio; papel subvencionado por la partitocracia autárquica y camandularia, más zorrona que astuta, del Reino de España, donde al mismo tiempo, como hongos, proliferan y florecen incontables Delegaciones Especiales, Secretarías Generales, Subdirecciones y Direcciones, si cabe, aún más Generales para la Defensa de los Derechos de la Mujer. ¿Y si no fuesen tan puritanos?