Casta parasitaria • Castaparasitaria: 1 oct 2011

RAJOY COMPROMETE SU PRIMERA ENTREVISTA COMO PRESIDENTE
CON LA PERIODISTA MAGDALENA DEL AMO:
“ Cuando sea Presidente de Gobierno tendrá usted la primera entrevista como Presidente del Gobierno. ”
(16 de junio de 2005. Véase minuto 16:20 y ss. de la entrevista).

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1 de octubre de 2011

Epístola a Dani, el agnóstico de la laicidad (II)

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Por Roberto Malestar

Véase «Epístola a Dani, el agnóstico de la laicidad (I).»

DELIRANDO (ENTRE PASOS Y CATEDRALES)
Siento tener que decirle por otra parte, Dani, que su prepotencia sólo es superada por su manifiesta imbecilidad. Porque lo vergonzoso no es lo que, con razonable tino, ha dejado escrito Magdalena del Amo en su artículo. Si se fija bien, lo verdaderamente vergonzoso es el conjunto de imbecilidades espumadas por usted desde el cráter de una boca frenopática. He dicho imbecilidades, ya que, en cuanto ideas, no hay báculo racional que las sostenga. Como ya usted sabrá, nuestro vocablo “imbécil” procede precisamente del latino “imbecillus” (ineficaz y estéril), derivado a su vez de “in-baculum”: lo que por carecer de apoyo apenas se sostiene. No por otra razón, por ser un delirante en su propia estulticia, también llamaba el romano delirus y stultus al imbécil. Por el contrario, el bacullum es justamente lo que, para su pastoreo ecuménico, lleva el Papa. Nada de baladí hay en el asunto si se considera que la encrucijada “del llevar y el no llevar”, “del tener y el no tener”, es el lugar donde florece la moral del resentimiento.

Aunque ya no se trata tanto de la vergüenza provocada por sus imbecilidades como de la vergüenza ajena que producen sus extemporáneas intervenciones. Extemporáneas e insultantes. Pues ya me dirá usted, si no, a cuento de qué viene expresarse con tan groseras maneras ante quienes, por decirlo así, no comulgan con “su ideario”:

—«Sra. Del Amo, manipula ud. la realidad de manera vergonzosa.»

—“Kalikatres, realiza ud. un batiburrillo donde mete todo sin ton y son y demuestra una profunda confusión mental.”

—«Kalikatres, ya veo que ud. no quiere razonar y sólo dice simplezas.»

—«En Madrid también hay mucha gente que ni espera al Papa ni le interesa lo más mínimo lo que dice.»

—[El Papa] «sólo es el jefe de una secta ultrarreaccionaria y anacrónica donde abundan los escándalos de pedofilia y que se dedica a dar lecciones a los demás.»

Usted sí que pertenece a una secta ultrarreaccionaria y anacrónica. Basta con leerle para percatarse de ello inmediatamente. Veamos:

«En Madrid también hay mucha gente que ni espera al Papa ni le interesa lo más mínimo lo que dice.» Bien, ¿y qué? ¡Ah, ya le entiendo!: quiere decirnos que, en vez de esperar al Papa, ha preferido usted irse a la playa, y por ello nos escribe, para comunicárnoslo. ¿Le parece a usted pertinente que todos los que, en vez de esperar al Papa por tener otras preferencias, actúen como lo hace usted: escupiéndoselo en la cara a cuantos han preferido esperarle? Si en ninguna parte del citado artículo se conmina a nadie a esperar al Papa, ¿quiere usted decirme a qué responde la vulgaridad de sus impertinencias? Porque ya sólo faltaba que pretendiese que a este orín suyo completamente fuera de tiesto se le tenga por argumento.

Y puesto que emplea su esfuerzo y tiempo para intervenir ante los demás con los propósitos que le mueven, tampoco le extrañe que los demás, sin mayores esfuerzos, entiendan que a usted sí le interesaba la visita del Papa, a quien sin duda supo esperar como agua de agosto, tácita y pacientemente, con la moral propia del cazador de moscas hemipléjico que, después de no haber atrapado la primera, se desquita exudando un ramillete febril de estolideces. Entiéndame bien y no se ofenda, que siendo el tonto necesario, nada tengo yo contra su especie. De hecho, sin despreciarlo ni olvidarse de él, acordó Dios, nuestro Señor, realojárnoslo sobre la tierra. De manera que no sólo a la divina gracia se debe el nacional-catolicismo, como usted mismo advierte, sino también, desde el orto de los tiempos, el tonto con su tontidad. Más si cabe, el tonto sin remedio, el tonto redomado, el tonto en fin como usted: tonto para su desgracia por la gracia de Dios. Y ya mencionado Éste, decía precisamente el autor de «¡Dios a la vista!» —don José Ortega y Gasset— que el tonto también es necesario «y sin duda es preciso aprovecharlo, pero que no estorbe, como en los circos.»
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